Hola:
¡¡¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!!! Espero que estéis pasando un día lector estupendo.
Hoy os traigo 2 cuentos ideales para celebrar esta jornada tan especial. Se trata de "La Caperucita Lectora", una versión muy divertida de esta archiconocida historia, y de "El pequeño Jorge y el dragón", que hace una revisión de la famosa leyenda de Sant Jordi, añadiendo mucha ternura y amistad y eliminando mucha sangre y violencia.
¿OS VENÍS A CONOCER ESTAS 2 PRECIOSAS HISTORIAS?
(PINCHAD EN LAS IMÁGENES PARA VERLAS MÁS GRANDES)
-Título: La Caperucita lectora
-Autores: Lucy Rowland y Ben Mantle
-Editorial: MAEVA (MAEVA YOUNG)
Empiezo con "La Caperucita lectora", un cuento que estoy segura de que os va a encantar, y es que, ya desde las guardas, es precioso y hace un bello homenaje al mundo de los libros.
Empieza la historia presentándonos a Caperucita lectora, una niña a la que le encantaba leer. Tanto le gustaba que podía pasar horas y horas haciendo esto. Leía en la bañera, por la noche, de día, en el porche y en todos lados.
Un buen día se encontró con su madre, que estaba muy enfadada. Resulta que a la niña se le había olvidado devolver el libro a la biblioteca y ya tenía la fecha de préstamo caducada.
Es por esto que le ordenó que fuera rápidamente hacia el lugar, para arreglar el problema. Eso sí, le advirtió que cuando fuera hacia allí tuviera mucho cuidado por el bosque. Sería mejor no entretenerse...
La pequeña, dicho y hecho, se puso en camino. Y, ¿a quién se encontró? Pues, como seguro habréis adivinado, se topó con el lobo feroz.
El animal le preguntó a Caperucita que a dónde iba con ese libro. Ella, por supuesto, le contestó que se dirigía hacia la biblioteca.
En ese mismo momento, el lobo pensó en su plan perfecto y en todos los pasos a seguir. De repente, la boca se le hacía agua pensando en el manjar.
Lo primero que hizo fue incitar a Caperucita a quedarse un rato en ese lugar leyendo....
La niña recordó las palabras de su madre, pero como le gustaba tanto leer... Solo sería un ratito.
El animal, mientras tanto, aprovechó para salir corriendo hacia la biblioteca.
Mientras que la niña pasaba el tiempo con su libro, el lobo llegó al lugar y secuestró a Doña Enriqueta, la bibliotecaria. Se puso sus gafas y su blusón y esperó...
Así, al cabo de los minutos, llegó la niña, que dejó el cuento sobre el mostrador. Echó un buen vistazo a Doña Enriqueta y se dio cuenta de que algo no iba bien.
Le preguntó acerca de sus ojos, de sus orejas peludas y de su olor.
Cuando ya había hecho todas las comprobaciones, el lobo se abalanzó sobre ella, dispuesto a zampársela de un bocado.
Pero....en ese mismo instante acudió a su rescate Doña Enriqueta, que le dijo al animal que a la niña no se la podía comer.
Y, ¿por qué no podía hacerlo? Pues porque ese sería un final muy poco original, algo que todo el mundo esperaría. Ya se sabe... el lobo se come a Caperucita y bla bla bla... No, no, sería mucho mejor tirar de imaginación y cambiarlo todo.
El lobo, muy extrañado, cogió un ejemplar del libro de Caperucita y les enseñó a las dos mujeres el final. Estaba claro qué es lo que tenía que hacer, y esa labor era la de comerse a la niña.
Pero nada, las dos mujeres insistieron. La bibliotecaria le explicó que él podía terminar los cuentos como quisiera. Solo tenía que utilizar la imaginación. Así, podía mezclar personajes de diferentes historias, podía salvar a los personajes, podía inventar acciones nuevas...
Y, ¿cómo acabará todo esto? Pues eso ya no os lo cuento. Tendréis que leer el final para descubrirlo (Ya sabéis que si necesitáis spoilers me los podéis pedir por redes sociales).
Solo os avanzo que todo es muy bonito, y que las guardas finales son preciosas.
Como veis, estamos ante una versión que no solamente hace un homenaje hacia el mundo de los libros y los lectores, sino también hacia la imaginación y la elección de nuestro destino.
La historia es divertida y a la vez muy tierna, perfecta para romper estereotipos, y las ilustraciones la verdad es que no pueden ser más bonitas.
Un libro 100% recomendable, que estoy segura de que gustará a niños y no tan niños.
-Título: El pequeño Jorge y el dragón
-Autor: Aron Dijkstra
-Editorial: ALGAR
Ahora que conocéis a Caperucita lectora paso a la reseña de este segundo libro, que es como mínimo igual de bonito que el anterior.
No se si habéis leído alguna vez la leyenda de Sant Jordi. Si no lo habéis hecho, ya os avanzo que es un relato un poco bastante sangriento, que contiene bastante violencia.
Es por eso que me encanta este cuento, que hace una revisión de la clásica historia, pero añadiendo mucha ternura y amistad y eliminando mucha pelea.
Todo comienza cuando Jorge, un pequeño caballero, decide que ha llegado el día de enfrentarse a un verdadero dragón.
Así, el niño se levantó y empezó a preparar su viaje, que culminaría con la batalla contra el Dragón Astarrota, que vivía en lo alto de las montañas.
El niño se marchó esa misma mañana. Montado en un carro, recorrió caminos y más caminos, hasta que, al fin, llegó a su destino.
Justo cuando pensaba que estaba sentado en lo alto de la montaña, todo empezó a tambalearse. Resulta que ese montículo no era la montaña... sino el temible dragón.
El animal, muy enfadado por haberlo despertado, le preguntó al niño que quién era. Jorge le explicó que era un caballero y que había venido para derrotarlo.
Pero... sorpresa sorpresa, el dragón no tenía ni pizca de ganas de pelear. Es por eso que empezó a echar excusas al niño, con ánimo de cansarlo y evitar el enfrentamiento.
La primera excusa estaba relacionado con su espada. La de Jorge era demasiado pequeña, así que era una pérdida de tiempo batallar así.
El caballero, que no se rendía fácilmente, bajó hacia el pueblo y le dijo al herrero que necesitaba una espada grande grande, para poder enfrentarse al dragón.
Cuando estaba hecha, regresó hacia la montaña. Pero nada, el dragón seguía sin tener ganas de luchar, así que esta vez le dijo al pequeño que no tenia escudo, y que si le echara fuego lo chamuscaría vivo.
El caballero, entonces, volvió a bajar al pueblo, para que el herrero le construyera un superescudo.
Justo cuando estaba listo, el niño volvió a su tarea, pero se volvió a encontrar con la negativa del dragón que, a su vez, volvió a echarle otra excusa.
Así, transcurrieron los días y los días, y la batalla no empezaba. Daba igual que el pequeño tuviera una espada gigante, un superescudo y una gran armadura, que el dragón siempre le decía que no pensaba luchar así.
El caballerito, después de tanta excusa y tanto esfuerzo, estaba ya más que harto, así que decidió que abandonaba, que pasaba ya de todo.
El dragón, que también estaba un poco triste, le insinuó que por qué no se quedaba con él un rato más. Al fin y al cabo, ya se estaba acostumbrado a sus visitas.
Fue entonces, en un acto de sinceridad, cuando le explicó la situación: Nadie se atrevía nunca a ir hacia allí por el miedo, así que pasaba todo el tiempo solo. Para colmo, cuando alguien llegaba era siempre con el objetivo de luchar, algo que a él no le gustaba nada.
El animal prefería charlar un buen rato o jugar a algo divertido. Las pelas no eran lo suyo.
El pequeño, entonces, y después de un rato de reflexión, le dijo que volvía enseguida, que había tenido una idea...
¿Qué pasará entonces? ¿Cómo acabará la historia? Pues tendréis que leer el cuento para saberlo, aunque ya os avanzo que el final es precioso precioso.
El cuento es una maravilla, una manera perfecta de romper con los estereotipos y de versionar la famosa leyenda para hacerla más amable e infantil (aunque yo soy adulta y también prefiero esta).
La historia es muy tierna y, además, está acompañada de unas ilustraciones que, como podréis ver, son realmente bonitas.
Poco más que añadir. Espero que os hayan gustado los dos libros y que os animéis a leerlos con los peques.
Nos vemos mañana con más recursos.
Muy feliz día del libro :)
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