Hola gente guapa:
Por fin llegó el día de la noche de Reyes. No se vosotros, pero yo tengo unos nervios que no puedo con mi cuerpo jajajaa. Pasan y pasan los años, pero no se pasa la ilusión (y espero que no se acabe nunca...).
Hoy también me despido de las recomendaciones de libros navideños, y qué mejor que hacerlo que con este cuento tan tan divertido.
¿OS VENÍS A CONOCERLO?
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Empieza este cuento cuando Matías, un niño pequeñito, escribe la carta a los Reyes Magos. Como es un niño muy prudente, solo pide una cosa que le hace mucha mucha ilusión: una locomotora con 3 vagones, el primero rojo, el segundo azul y el tercero amarillo.
El peque estaba tan ilusionado que, incluso, buscó un cordón para tirar de su nuevo juguete e inventó una cancioncilla.
Pasaron y pasaron los días, y por fin llegó la noche mágica. Los padres de Matías le advirtieron que esa noche se tendría que ir a la cama pronto. El niño no estaba muy de acuerdo con esto, ya que él prefería quedarse despierto y conocerlos, pero ellos le dijeron que los Reyes no llegaban a casa si los niños estaban despiertos.
Matías, entonces, decidió que se iría a dormir pronto.
Por supuesto, antes de dormir, dejó cosas para sus Majestades y los camellos. Puso platos con nueces, vasos de leche y cubos de agua.
Una vez hecho esto, se durmió y empezó a tararear la canción que había inventado. Y así, poco a poco, se durmió...
Pero... en mitad de la noche el niño se despertó, porque tenía muchísimas ganas de hacer pis, y escuchó una voz al fondo, que preguntaba si le dejaban el tren en un lugar desconocido o debajo de la cama del niño.
El niño se hacia pis y más pis, tanto que estaba a punto de mojar la cama, pero claro, recordaba las palabras de sus padres y temía que si se levantaba los Reyes se enfadaran y lo dejaran sin tren...
Al final Matías ya no aguantaba más, así que se levantó muy muy despacito, sin hacer ningún ruido y fue al baño. El problema es que el pis sí que hizo mucho mucho ruido (ya se sabe lo que pasa en las noches oscuras y silenciosas, que se escucha hasta a una pulga)
De repente, nuestro protagonista escuchó una voz, que le preguntaba qué hacía allí. El niño, con un poco de susto, y sin girar la cabeza, le dijo a la figura misteriosa que tenía muchas muchas ganas de ir al servicio, y que no podía aguantar más.
Con los ojos llenos de lágrimas, Matías volvió a su habitación y se durmió, soñando que los Reyes le traerían un montón de carbón negro.
A la mañana siguiente se despertó, y fue a ver si le habían dejado algo los Reyes. Se encontró con los platos vacíos, la leche bebida y los cubos de agua vacíos... pero no estaba su tren...
El niño buscó y buscó, por toda la casa, pero seguía sin haber rastro del tren...
¿Pensáis que Sus Majestades lo dejaron sin regalo por haberse levantado? Pues tendréis que leer el final para descubrirlo...
¿Qué os parece? A mi me encanta, no solamente por el texto tan original y tierno, sino también por las ilustraciones (Lo que hace el pis de Matías es genial genial). Es un cuento que triunfa siempre con los niños, y que sacará también una sonrisa a los adultos.
Al fin y al cabo, plantea un problemón grande...
Me despido por hoy, no sin antes desearos que paséis una muy feliz e ilusionante noche de Reyes. Espero que Sus Majestades se porten genial con todos vosotros y que os traigan muchas cosas bonitas.
Nos vemos de nuevo el Sábado.
Feliz tarde, noche y despertar :)
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