Hoy os traigo dos libros que me encantan. Son historias muy muy tiernas y muy agradables, de las que gusta leer a todas horas.
En ellas se nos habla de la amistad entre un niño y una ballena, pero también de otros aspectos como la soledad infantil, de lo que ocurre cuando un padre o madre trabaja muchas horas, del compañerismo...
¿OS VENÍS A CONOCER ESTOS BONITOS LIBROS?
(PINCHAD EN LAS IMÁGENES PARA VERLAS MÁS GRANDES)
-Títulos: La ballena y La ballena en invierno
-Autor de ambos: Benji Davies
-Editorial de ambos: ANDANA
El libro comienza presentándonos a un niño llamado Noé, que vivía junto a su padre y 6 gatos en una casa cerca del mar.
El padre del pequeño era pescador, así que todos todos los días se iba de casa muy temprano, y no volvía hasta muy tarde, cuando era de noche.
Una noche hubo una gran tormenta, así que Noé, por la mañana, fue a la playa para comprobar cómo había quedado todo.
Empezó a andar y, de repente, observó algo a lo lejos. ¿Qué era eso que veían sus ojos?
Cuando se acercó, no se lo podía creer. Se trataba de una pequeña ballena, que se había quedado varada en la arena de la playa.
El niño, entonces, supo que tenía que actuar rápidamente, ya que no era nada bueno que la ballena estuviera tanto tiempo fuera del agua.
Empezó a echarle agua con un cubo y la subió a un carrito, para llevársela rápidamente.
Así fue como se la llevó a casa y la metió en la bañera, para que estuviera a gusto. Además, le contó cuentos sobre la vida en la isla y le puso música sobre el mar (fijaos en los discos de Por la boca vive el pez y Mediterráneo, de Serrat).
Pero claro, el día fue pasando y pasando, y Noé empezó a pensar en lo que ocurriría cuando su padre llegara a casa por la noche.
Podría ocultar el secreto durante un tiempo, pero tarde o temprano, se enteraría, como de hecho ocurrió.
A diferencia de lo que pensaba el niño, el hombre no se enfadó. Eso sí, explicó a su hijo que el animal debía volver al mar, que era su lugar.
Además, el padre se dio cuenta de que, quizás, su hijo se sentía un poco solo, ya que él estaba todo el día fuera de casa.
A Noé le costó mucho trabajo separarse de su nueva amiga, pero sabía que era la decisión correcta.
Acaba el cuento de una forma muy optimista, ya que aunque el niño echaba de menos a la ballena, mantenía la esperanza de volver a encontrarse con ella algún día.
Además, ganó algo muy muy importante con esa aventura: el tiempo con su padre (fijaos cómo en las ilustraciones se van de paseo, de picnic...).
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Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero en este caso tenemos una agradable excepción, ya que este libro es tanto o más bonito que el primero.
Empieza el cuento haciendo un recordatorio del libro anterior, para que nos pongamos en situación.
En todo ese tiempo, Noé no había olvidado a su amiga. Es más, siempre que veía algo a lo lejos en la playa, pensaba que se trataría de ella, aunque luego, desgraciadamente, se trataba de cualquier otra cosa.
Había llegado el invierno y, como siempre, el papá del niño salía a pescar de día y volvía cuando entraba la noche.
Pero... ese día no ocurrió esto. El padre no aparecía, así que Noé empezó a preocuparse.
Pasaron las horas y las horas y el nerviosismo del pequeño aumentaba, a la vez que miraba por la ventana para ver si lo veía.
De repente, vio algo a lo lejos, así que salió de casa, pensando que se trataba de él.
Empezó a caminar con mucho cuidado en el mar helado, buscando a su padre.
El problema es que se fue para un lado y para otro, hasta que finalmente se perdió completamente.
Sin embargo, a lo lejos, vio una forma gris, así que se acercó para ver qué es lo que era.
Al darse cuenta de que se trataba del bote de su padre, el pequeño subió a bordo, para buscarlo.
Desgraciadamente, no lo encontró allí, así que se tumbó, muerto de miedo.
De repente, Noé sintió cómo algo golpeaba al barco. ¿Qué sería?
Sí... Se trataba de ballena y su familia. SU BALLENA HABÍA VENIDO A AYUDARLO!!!
Los animales empezaron a empujar el barco con el morro, a la vez que cantaban. El hielo, mientras tanto, se iba rompiendo.
Así, el bote llegó hasta las rocas y el niño encontró a su padre que, muy sorprendido, le preguntó cómo había llegado hasta allí.
Acaba el cuento diciéndonos que el invierno pasó y llegó la primavera, pero que el pequeño nunca olvidaría la aventura que tuvo que vivir aquel día y el momento en que se había reencontrado con su gran amiga.
¿Qué os parecen? A mi son libros que me enamoraron desde el primer día que lo vi.
Me parecen historias muy tiernas, llenas de sentimiento y valores positivos. Además, a pesar de su sencillez, podremos reflexionar con ellas sobre aspectos tan importantes como la amistad, el trabajo en equipo, las relaciones entre padres e hijos o la soledad que a veces sienten los niños.
Son, al fin y al cabo, historias de aventuras de las de siempre, en las que hay que resolver problemas, en las que se siente a veces alegría, otras miedo, otras tristeza..., pero que acaban siempre bien.
Con respecto a las ilustraciones, soy poco objetiva, ya que Benji Davies es uno de mis ilustradores favoritos. Sus dibujos son tan tiernos como sus historias y hace un muy buen uso del color. Además, las páginas están llenas de detalles, así que puedes pasar horas y horas observándolas.
En resumen, dos libros muy recomendables, que gustarán a todos los niños por su trama de aventuras, por su calidez y por el buen sabor de boca que dejan.
Nos vemos mañana con más historias.
Feliz día :)
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